Cuarto viaje de Colón
2. La Corona expresó su confusión en dos cartas, fechadas el mismo día, una de Isabel y otra de ambos soberanos, dirigidas a Colón. En ambas cartas se pedía una aclaración y más información, tal y como expongo en “Viaje al Paraíso”, más adelante en este volumen.
1. Ató otro barril con contenido similar a la popa de la nave (Varela, 127). Fernando Colón, en su relato del primer viaje, cita las palabras de su padre respecto a esta primera carta anunciando el Descubrimiento:
Escribí en un pergamino, tan brevemente como el estado de las cosas lo requería, cómo había descubierto aquellas tierras como había prometido hacerlo; la duración del viaje y la ruta hasta allí; la bondad del país y las costumbres de sus habitantes; y cómo había dejado a los vasallos de Vuestras Altezas en posesión de todo lo que había descubierto. Este escrito, doblado y sellado, lo dirigí a Vuestras Altezas con una promesa escrita de 1.000 ducados a quien se lo entregara sellado; esto lo hice para que, si caía en manos de extranjeros, quedaran impedidos por la recompensa de divulgar a otros la información que contenía. En seguida hice que me trajeran un gran barril de madera, y tras envolver el escrito en un paño encerado y meterlo en una torta o pan de cera, lo dejé caer en el barril, que aseguré con aros y eché al mar; y todos pensaron que era un acto de devoción. Todavía temí que el barril no llegara a buen puerto, pero como entretanto las naves se acercaban a Castilla, amarré un barril semejante a la cabeza de la popa, para que, si la nave se hundía, flotara sobre las olas a merced de la tempestad.
El primer viaje de Colón
Aunque acababa de llover, el aire era cálido y cercano. No había nadie más a la vista; el único sonido, aparte de los de los insectos y las gaviotas, era el estático y grave estruendo de las olas del Caribe. A mi alrededor, en la tierra roja escasamente cubierta, había una dispersión de rectángulos trazados por líneas de piedras: los contornos de edificios ya desaparecidos, revelados por los arqueólogos. Entre ellos había caminos de cemento que humeaban débilmente a causa de la lluvia. Uno de los edificios tenía unos muros más imponentes que los demás. Los investigadores lo habían cubierto con un nuevo techo, la única estructura que habían elegido para proteger de la lluvia. En la entrada, como un centinela, había un cartel escrito a mano: Casa Almirante. Era la primera residencia americana de Cristóbal Colón, Almirante de la Mar, el hombre al que generaciones de escolares han aprendido a llamar el descubridor del Nuevo Mundo.
La Isabela, como se llamaba esta comunidad, está situada en el lado norte de la gran isla caribeña de La Española, en lo que hoy es la República Dominicana. Fue el primer intento de los europeos de establecer una base permanente en las Américas. (Para ser precisos, La Isabela marcó el inicio de un asentamiento europeo consecuente: los vikingos habían establecido una aldea de corta duración en Terranova cinco siglos antes). El almirante estableció su nuevo dominio en la confluencia de dos pequeños ríos de gran caudal: un centro fortificado en la orilla norte, una comunidad satélite de granjas en la orilla sur. Para su casa, Colón -Cristóbal Colón, para darle el nombre al que respondía entonces- eligió la mejor ubicación de la ciudad: un promontorio rocoso en el asentamiento norte, justo al borde del agua. Su casa estaba perfectamente situada para captar la luz de la tarde.
Tripulación de Cristóbal Colón
El 3 de agosto de 1492, Colón zarpó de España para encontrar una ruta por agua hacia Asia. El 12 de octubre, más de dos meses después, Colón desembarcó en una isla de las Bahamas a la que llamó San Salvador; los nativos la llamaban Guanahani.
Durante casi cinco meses, Colón exploró el Caribe, especialmente las islas de Juana (Cuba) y La Española (Santo Domingo), antes de regresar a España. Dejó treinta y nueve hombres para construir un asentamiento llamado La Navidad en la actual Haití. También secuestró a varios nativos americanos (entre diez y veinticinco) para llevárselos a España: sólo ocho sobrevivieron. Colón trajo pequeñas cantidades de oro, así como aves y plantas autóctonas para mostrar la riqueza del continente que creía que era Asia.
Cuando Colón regresó a España el 15 de marzo de 1493, escribió inmediatamente una carta anunciando sus descubrimientos a los reyes Fernando e Isabel, que habían ayudado a financiar su viaje. La carta fue escrita en español y enviada a Roma, donde fue impresa en latín por Stephan Plannck. Plannck omitió por error el nombre de la reina Isabel en la introducción del panfleto, pero rápidamente se dio cuenta de su error y reimprimió el panfleto unos días después. El ejemplar que se muestra aquí es la segunda edición corregida del panfleto.
Primer viaje de Vasco da Gama
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