Ernesto Cortazar – Gracias

Julio Florencio Cortázar[1] (26 de agosto de 1914 – 12 de febrero de 1984; español de América: [ˈxuljo korˈtasar] (escuchar)) fue un novelista, cuentista, ensayista y traductor argentino-francés. Conocido como uno de los fundadores del Boom latinoamericano, Cortázar influyó en toda una generación de lectores y escritores de habla hispana en América y Europa.

Está considerado como uno de los autores más innovadores y originales de su tiempo, maestro de la historia, la prosa poética y el cuento en general y creador de importantes novelas que inauguraron una nueva forma de hacer literatura en el mundo hispano al romper los moldes clásicos mediante narraciones que escapaban a la linealidad temporal.

Vivió su infancia y adolescencia y su incipiente madurez en Argentina y, a partir de los años 50, en Europa. Vivió en Italia, España y en Suiza. En 1951 se instaló en Francia durante más de tres décadas y compuso algunas de sus obras[2].

Julio Cortázar nació el 26 de agosto de 1914 en Ixelles,[3] un municipio de Bruselas, Bélgica. Según el biógrafo Miguel Herráez, sus padres, Julio José Cortázar y María Herminia Descotte, eran ciudadanos argentinos, y su padre estaba adscrito al servicio diplomático argentino en Bélgica[4].

Festival de Cannes, Cortazar y un selfie – Buenos Aires

Julio Cortázar (1914-1984) fue un escritor argentino que nació en Bélgica, creció en Argentina y posteriormente pasó la mayor parte de su vida en Francia. Su obra literaria se centra en la poesía y los relatos cortos, que a menudo tratan elementos de fantasía. Cortázar fue también muy activo en sus opiniones políticas. Se opuso ferozmente al gobierno de Juan Perón, por lo que estuvo un tiempo en prisión. Sus opiniones antiperonistas le llevaron a trasladarse a París en 1951. Más tarde, en 1981, adquirió la nacionalidad francesa. El escritor también ejerció como traductor, trabajando para la UNESCO y traduciendo al español obras clásicas de ficción como Robinson Crusoe y muchos de los cuentos de Edgar Allan Poe.

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El PROBLEMA en BOGOTÁ es el POLVO / Enrrique Peñalosa

En 1972, Julio Cortázar publicó un pequeño libro titulado Prosa del Observatorio (Barcelona: Lumen), sobre su visita al observatorio del siglo XVIII construido por el marajá indio Jai Singh en Jaipur.    El año pasado, la editorial sin ánimo de lucro Archipelago Books desenterró esta pequeña cápsula del tiempo y la publicó por primera vez traducida al inglés como From the Observatory.    El texto de Cortázar es un poema en prosa, extrañamente bello, en forma de ensayo, que utiliza la fabulosa arquitectura del observatorio astronómico como punto de partida para un texto que se retuerce y fluye a través del tiempo y el espacio.    Acompañan a su texto casi cuarenta fotografías propias, imágenes desorientadoras en las que la luz y la sombra esculpen las monumentales estructuras astronómicas en fantasías arquitectónicas y paisajísticas que parecen emanar de los relatos de Borges o de los fotogramas de El año pasado en Marienbad.

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Para Cortázar, Jai Singh era “un guerrillero de lo absoluto”, más explorador que científico.    Fue un maharajá de poca monta que se enfrentó a figuras más poderosas, un hombre que se dedicó a la astronomía para evitar la “fatalidad astrológica que guiaba su linaje”.      Pero en lugar de “organizar el frío caos”, como dijo Cortázar, Jai Singh se dedicó “a una lenta e interminable cópula con el cielo”.

Carta a una joven en París | Esquema del resumen

La muestra ha sido concebida como un examen del archivo de Cortázar y, al mismo tiempo, como un dispositivo o mecanismo que pone de manifiesto la ambición transgresora de la obra de Cortázar y su gusto por la irrupción de lo fantástico en el mundo cotidiano y por el juego con diferentes géneros.

El objetivo de esta exposición es explorar el mundo personal y literario de Julio Cortázar a través de sus viajes, sus cartas y sus incursiones en la fotografía, disciplina a la que el autor de Rayuela concedía especial importancia, comparándola con el cuento.

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Los viajes. Desde muy joven y durante toda su vida, Julio Cortázar fue un gran viajero. Su trabajo como traductor para diferentes organismos oficiales le permitió realizar numerosos viajes por Europa y América. Más tarde, el reconocimiento internacional de su obra y su posición de escritor famoso multiplicaron las oportunidades de cultivar sus impulsos errantes. Cortázar podía escribir casi en cualquier lugar, ya fuera en los despachos ministeriales donde trabajaba como traductor o en las numerosas habitaciones de hotel donde se alojaba. Desde Los premios (1960), su primera novela, hasta Los autonautas de la cosmopista (1983), publicada un año antes de su muerte, gran parte de su obra literaria y sus cartas abordan el tema de los viajes o fueron escritas en lugares de tránsito.

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