Semana Santa de Egeria

La Biblioteca Brepols de Fuentes Cristianas cuenta ya con seis volúmenes. Egeria, de Paul Bradshaw, fue el primero de esta nueva serie de textos enfrentados y traducciones al inglés. Aunque el profesor Bradshaw figura como editor, el texto latino es esencialmente el presentado por A. Franceschini y R. Weber en el Corpus Christianorum Series Latina 175 (1965), excluyendo el apparatus criticus. La traducción inglesa que aparece es una “adaptación” de la publicada en 2018 por McGowan y Bradshaw en The Pilgrimage of Egeria: A New Translation of the Itinerarium Egeriae with Introduction and Commentary (Collegeville: Liturgical Press Academic). En aquel momento, McGowan y Bradshaw señalaron que su traducción era “bastante más literal” que la mayoría de las traducciones anteriores para captar la idiosincrasia del estilo de Egeria. En este sentido, lo consiguen con creces.

El volumen que aquí se reseña está muy bien producido, pero es escaso. Más allá del texto y de la traducción, sólo contiene tres páginas de introducción centradas en las pruebas del manuscrito y en la identidad del autor; notas a pie de página que identifican las referencias y alusiones bíblicas; tres páginas de breves notas finales dedicadas en gran parte a aclaraciones filológicas, históricas y topográficas; bibliografía y varios índices. También se ofrecen dos apéndices. El primer apéndice presenta textos y traducciones de varios fragmentos breves del Itinerarium recuperados a principios del siglo XX y principios del XXI que conservan fragmentos del texto, que por lo demás está casi completo en un único manuscrito del siglo XI, el Codex Aretinus 405. El gran valor de estos extractos es proporcionar una idea de lo que había en una (entre 16.4 y 16.5) de las dos lagunas principales del texto de Aretinus, al que le faltan dos folios (cuatro páginas). El segundo apéndice ofrece el texto y la traducción de una carta enviada por Valerio de Bierzo a sus compañeros monjes galos a finales del siglo VII. La carta es, para la mayoría de los comentaristas, la clave para desvelar la identidad del autor del Itinerarium como “la bendita Egeria”.

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Egeria + Domingo de Ramos

Corría el año 381 cuando Egeria dejó su hogar en la provincia romana de Gallaecia (en lo que hoy sería el Bierzo) para descubrir el mundo a pie. Atravesó las fronteras de Europa y continuó hasta Constantinopla por vías romanas y otras muchas secundarias, hasta llegar a su meta: Jerusalén. Aunque una parte del camino la hizo en barco, las carreteras fueron protagonistas indiscutibles en el viaje de Egeria.

A finales del siglo XIX, el historiador italiano Gian Francesco Gamurrini rebuscaba entre los códices, manuscritos y documentos de una biblioteca de Arezzo (Italia), cuando le llamó la atención un códice escrito en latín. Estaba dividido en dos partes: la primera estaba compuesta por fragmentos de San Hilario de Poitiers. La segunda contenía lo que parecían cartas escritas durante un viaje a Tierra Santa en el siglo IV.

Esta segunda parte despertó la curiosidad del historiador. Aunque faltaban varias páginas, enseguida pudo ver que se trataba de una copia (realizada por un monje en el siglo XI) de una narración en primera persona escrita por una mujer. En ella se relatan los lugares que visitó y las personas que conoció en su viaje.

La diosa Egeria

Para otros usos, véase Egeria.Egeria, Etheria o Ætheria fue una mujer cristiana de Europa occidental, ampliamente considerada como la autora de un relato detallado de una peregrinación a Tierra Santa hacia 381/2-386. La larga carta, denominada Peregrinatio o Itinerarium Egeriae, está dirigida a un círculo de mujeres en su casa. Los detalles históricos que contiene sitúan el viaje en los primeros años de la década de 380, lo que la convierte en la más antigua de este tipo. Sobrevive de forma fragmentaria en una copia posterior, sin título, fecha ni atribución[1].

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Gamurrini publicó el texto en latín y propuso como autora a Santa Silvia de Aquitania[4]. En 1903, Marius Férotin afirmó que la autora era una tal Eteria o Egeria, conocida por una carta escrita por el monje gallego del siglo VII Valerio de Bierzo. Férotin creía que la autora procedía de Gallaecia, pero en 1909 Karl Meister refutó la teoría de Férotin sobre la fecha de la peregrinación de Egeria y su identidad. Meister argumenta que su lengua no muestra ningún indicio de dialecto español, sino que sugiere que podría proceder de una de las conocidas casas religiosas de la Galia del siglo VI; según esta teoría, su peregrinaje tuvo lugar en la primera mitad del reinado de Justiniano (r. 527-565)[5]: viii f.    Juan Bernardo señaló que ciertos detalles del relato de Egeria que apoyan la datación anterior -dos iglesias mencionadas en el Breviarium y en la Peregrinatio Theodosii (ambas hacia el año 530)- están ausentes de la descripción de Jerusalén de Egeria, por lo demás detallada, y confirman así la datación del siglo IV[5]: xiv La mayoría de los estudiosos se inclinan por la fecha del siglo IV[6].

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En 1884, un erudito llamado Gian Francesco Gamurrini descubrió en una biblioteca de Arezzo (Italia) un manuscrito que contenía un relato, en latín, de los viajes de una mujer por Tierra Santa. Faltaban el principio y el final del relato, por lo que su nombre y las fechas de su viaje no estaban claros. Sin embargo, trabajos posteriores han permitido adivinar su nombre (Egeria) y determinar la fecha de su viaje (entre la Pascua de 381 y la Pascua de 384). Egeria parece haber partido de algún lugar de la región del norte de España o del sur de Francia, y llegó a Jerusalén vía Constantinopla, permaneciendo allí durante un largo periodo y haciendo excursiones a lugares como el monte Sinaí (Jabal Mousa) en el desierto egipcio y la antigua ciudad de Edesa, la actual Urfa en Turquía. Egeria escribe a sus “reverendas señoras, mis hermanas” de vuelta a casa, contándoles en tono emocionado los lugares en los que ha estado y la gente que ha conocido. Es una peregrina, que quiere ver los lugares que ha leído en la Biblia y visitar iglesias y santuarios importantes. Pero también es lo que podríamos llamar una turista, y cuenta sus viajes de forma muy similar a como lo haríamos tú o yo cuando estamos de vacaciones.

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